miércoles, 9 de septiembre de 2009

Woody Allen y una singular escena de amor



Existen, en la historia del cine, escenas que nos permiten ver la genialidad de un director y la capacidad cinematográfica para lograr la emoción a partir de las cosas mas disparatadas e increíbles.
En la película "Historias de Nueva York" (1989)-extraña trilogía de directores célebres (Scorsese, Copolla y Woddy Allen), que se hizo en homenaje a la ciudad de Nueva York-, hay en el capítulo que dirige Woody Allen, una escena de este tipo.
Como siempre, el personaje de Woody es uno de esos adorables neuróticos que no pueden resolver su complejo de Edipo. Un mago hace desaparecer a su dominante madre, que reaparece en el cielo de Manhattan para seguir entrometiéndose en su vida a la vista de todo el mundo. Una verdadera madre judía que averguenza a su hijo y que, como toda madre judía, tiene la característica de solucionar la angustia de su hijo dándole de comer.
El bueno de Woody -¿cuándo no?- está a apunto de ser dejado por su pareja (adorable papel de Mia Farrow)y está en estado de crisis. Su madre se le aperece una y otra vez en el cielo de Manhattan. Desesperado y por consejo de su analista, Woody consulta a una mentalista para tratar de espantar al fantasma de su madre.
La psíquica está genialmente representada por Julie Kavner (una de esas mujeres que Woody sabe hacer aparecer hermosas aunque ellas no sean particularmente lindas).Lo cierto es que la mentalista se enamora de Woody y él no se da cuenta hasta que, luego de una cena con la mentalista, ésta, que es una chica judía igual que su madre, antes de despedirse le entrega una pata de pollo envuelta en papel metálico para que Woody se lleve a su casa. Y aquí viene la genial escena de la que hablaba al principio: Woddy llega a su casa y encuentra una carta de su mujer que dice que se ha ido y que no piensa volver. Desolado camina por el departamento sin saber cómo reaccionar, hasta que al hurgar en sus bolsillos encuentra el papel metálico que envuelve la pata de pollo. Lentamente, mientras desenvuelve la pata de pollo, va dándose cuenta del amor que siente por la psíquica. Mirá fijamente la pata de pollo y se produce un milagro cinematográfico. Una fantástica y emocionante escena de amor entre un hombre y una pata de pollo.
Vean esta película. Vale la pena, emociona, sorprende y ayuda a comprender la magia del cinematógrafo.
Una verdadera lección de cine.

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