viernes, 10 de julio de 2009

Cine e imaginario social 2



(“Metrópolis” y el cine como difusor de ideas)

Los films como “Metrópolis” o “El acorazado Potemkin” dan cuenta de un cambio de época, de un humor social, de una serie de expectativas. Tienen una clara relación con el imaginario social de la época y el lugar en que se realizan. Llamamos a este tipo de ficciones cinematográficas con el término de “ficciones fundacionales” que tomamos de la literatura, de un libro de Doris Sommer llamado “Ficciones Fundacionales, Las Novelas Nacionales de América Latina”. El concepto nos sirve para entender las vinculaciones entre cine e imaginario social, sobre todo en los inicios del cine. En este sentido, veremos en notas sucesivas, cómo, el auge el cine industrial norteamericano puede leerse en esta clave.

Estas ficciones explican la manera en que, en los comienzos del siglo XX, la consolidación de los Estados y el cine marcharon de la mano. Este tipo de ficciones trabajan al nivel de los imaginarios como “ficciones fundacionales” de un orden social nuevo. Explicitan en sus narrativas una forma deseada y esperable de la sociedad y transmiten una determinada escala de valores. Es decir, es un cine claramente político.

Durante todo el siglo XIX ese lugar era ocupado por la creación literaria, sobre todo la novelística. Pero a partir de la invención del cine todo cambia. Se dice, una imagen vale más que mil palabras. Lo cierto es que el cine viene a cubrir ese lugar con el beneficio de la masividad. El que ve cine no necesita estar alfabetizado ni saber leer para ser atravesado por estas “ficciones fundacionales”. Es justo lo que se necesita para llegar a los obreros. Esto lo sabían tanto Fritz Lang como Einsestein.

El cine será central para la historia de occidente en el siglo XX. La dimensión política que toma la producción cinematográfica se entiende en dos direcciones: la posibilidad de llegada masiva del cine y la lucha ideológica y social que se intensificaba en Europa. Quizá el rápido desarrollo de la industria del cine este relacionado con el aspecto de la lucha política.

Si seguimos la experiencia política alemana hasta el ascenso del nazismo, vemos como en “Metrópolis” se condensan los elementos que dan sentido a esa construcción de una sociedad corporativa que fue fundante de los Estados de Bienestar europeos. Y eso está ahí, en “Metrópolis”, claramente expresado. Es perfectamente un programa político el que se diseña en el film de Fritz Lang. A diferencia de lo que se puede creer ligeramente, “Metrópolis” nada tiene de film nazi, no se plantea una sociedad represiva ni totalitaria, sino una conciliación de clases. Una sociedad capitalista donde el Estado discipline tanto a los obreros como al capital, pero a través del dialogo y la camaradería. Algo que el nazismo no plantea nunca. Basta decir que el primer campo de concentración nazi no fue de judíos sino de obreros y lideres sindicales anarquistas y comunistas, para comprender que el régimen nazi es, entre muchas otras cosas, una reacción de la burguesía, aunque haya reclutado los fervores masivos de las clases populares alemanas.

1 comentario:

LOLA SALCEDO dijo...

¿Se imparte clases en español?